Los Infiltrados (Argentina)

 

Del Parte. De Infiltrar.

  1. Persona introducida subrepticiamente en un grupo adversario, en territorio enemigo.

 

¿Qué se puede esperar del Estado?

Es más, que se puede esperar del Estado y un gobierno con una alta aceptación social. El día 12 de junio mientras se aprobaba la Ley Base que incluía el plan económico de gobernabilidad y el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), en las afueras de Plaza de los dos congresos se reunían lxs manifestantes y comenzaban los primeros disturbios. Mientras tanto, el Presidente Javier Milei se encontraba dictando una conferencia titulada “El renacer de la libertad en Argentina y el mundo”, compartiendo su presentación con Elon Musk.

Las piedras, los incendios y los autos volcados no es algo nuevo, es cosa de recordar unos meses atrás la revuelta de Jujuy y más cerca del presente, en Catamarca y Misiones comenzaban pequeños focos de protestas generando interrogantes al dilema de la violencia política en las calles. Estos acontecimientos empezaron a mover a las viejas estructuras políticas centralistas, las que miraron aquellos incidentes como menores y “provinciales” sin mayor injerencia en la estabilidad nacional.

¿Con qué se mide el grado de violencia en una protesta? Con las implicancias de los efectos políticos nacionales, en la cantidad de páginas que le dedican los medios oficiales y progresista al acontecimiento, en la acumulación de fuerzas políticas o en las experiencias autónomas de las comunidades en revuelta. Estas preguntas no aparecen cuando se estudia el acontecimiento, pero si el fenómeno que se encuentra detrás y el que probablemente se avecina.

La política de la detención arbitraria y los mensajes sólidos del gobierno respecto a los hechos dejó un debate abierto respecto a la forma de protestar y la violencia política, reconociendo una frontera entre el mundo del bien representado por los ciudadanos y militantes y el mundo del mal, a cargo de los delincuentes y antisociales. Curiosamente estas fronteras la reproducen los mismos familiares de lxs detenidxs.

¿Infiltrados o policías de civil?

En primer lugar, el aparato armado del Estado siempre se encuentra presente en las protestas, observando, analizando, fotografiando y emitiendo información que en algún momento les resultará útil. Pensar que en las protestas solo aparece la policía para generar disturbios es una aberración tan grande como pensar que el Estado necesita alguna excusa para reprimir y violentar.

Por otro lado, las organizaciones políticas y sus militantes que utilizan la palabra infiltrados no solamente la utilizan para designar a la policía de civil, se aplica como categoría al grupo de personas fuera de sus lógicas políticas y las formas de hacer política. Pienso que esto tiene una doble función, primero cuidar su campo de coacción con el sistema “democrático”. Esta situación se vivió simbólicamente cuando asesinaron a Facundo Molares frente al obelisco unos días antes de la elección presidencial. La mayoría de las organizaciones sociales decidieron cuidar la farsa democrática y utilizar la muerte de Facundo como una indignación transformada en votos, mientras las calles pedían fuego y una natural forma de expresión y reacción frente al asesinato.

La Nueva-vieja izquierda sigue pactando un silencio de sumisión ante el sistema, pues su interés de llegar lo más cerca del Estado la hace hablar su mismo lenguaje. Las mismas organizaciones de la Unidad Piquetera que fueron allanadas por extorción hace una semana son las mismas que acusan de infiltración a las personas que hacen disturbios, y jamás realizaron una autocrítica de los infiltrados y punteros dentro de sus orgánicas, fingiendo demencia de una situación a voces de las problemáticas se ser auspiciados con el dinero del Estado y servir de gestión política burocrática de sostén de la miseria antes que combatirla, porque la única forma de combatirla es su autodestrucción coercitiva con su patriarca (el Estado).

La segunda función de aplicar la categoría de «infiltrado» es seguir al pie de la letra la tendencia totalitaria del marxismo, la cual nunca cuestionó el complejo entramado de dominación en su política y clasificó todo lo que no sigue su ritmo como infiltrado, reaccionario, infantil y anomalía en la política, sin contar una falta de crítica total al concepto de -nacionalismo- y el problema de la liberación nacional en los países con herencia colonial como América Latina. Los bloques de las marchas organizadas por grandes organizaciones sociales demuestran su poder por la cantidad de gente que convocan. Es curioso analizar cuál es el mecanismo que lleva a la gente a estar presente allí. El control totalitario y el militarismo son lógicas del mismo Estado aplicadas en las organizaciones sociales la cual genera estructuras autorepresivas y represivas que no se suscriban a sus fuerzas de masa.

Por último, es importante señalar que hablar de infiltrados, más allá de los disturbios ocurridos el 12 de junio, es una política reiterativa de las tendencias marxistas autoritarias. Esto implica una visión espacial del territorio político como un ámbito de desplazamiento; es un término de origen belicista y de control nacional si se quiere. Quien cataloga a alguien de infiltrado lo hace desde la comodidad de su territorio o lugar de desplazamiento, o al menos eso cree. Las protestas y las revueltas son las grandes expresiones de los ciudadanxs (¿)  para explicitar su descontento con el gobierno. La capacidad de cooptación de las organizaciones sociales de ese territorio no implica que sea su espacio y terreno de acción. La protesta y la revuelta tienen su propio ritmo, a veces completamente caótico y fuera del control ideológico, surgiendo como única respuesta al desborde social.

A continuación, dejamos algunos textos que contribuyen a la comprensión de la situación y nutren el debate.

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